Tras leer la reflexión de un compañero acerca de la
Educación y su obligatoriedad, se me han venido a la cabeza una serie de ideas que me gustaría plasmar en el blog.
Para comenzar, plantearé una serie de preguntas que nos hagan entrar en debate.
¿Cuánta gente no identifica (encuentra relación alguna entre) su vida personal con su vida laboral?, ¿Cuánta gente va con ganas a trabajar en su día a día?, ¿Cuánta gente disfruta haciendo su trabajo?, ¿Cuánta gente trabaja en lo que había deseado toda la vida? y ¿Cuánta gente se arrepiente de trabajar en aquello que hace o incluso lo odia?...
Toda la vida ha existido la necesidad de trabajar, de ganarse la vida, de tener dinero para comer. Muchas veces hemos escuchado decir al chaval que acaba de terminar sus estudios básicos: "Estoy buscando curro". Por lástima, ese curro podría ser cualquier curro. Antes, trabajar era lo primero, lo más importante para las personas, para las familias. Y no sería por falta de trabajo, al cabo de unos días el sobrino de la tía del marido de su padre era acogido en cualquier sitio para "trabajar". Pero poco a poco, el estudiar ha ido cobrando fuerza en la sociedad, de forma que si no estudias no serás nadie. Sin embargo es gracioso el panorama, aquellos que se han tirado años de su vida delante de los libros acaban los estudios y se encuentran con el mercado laboral colapsado de gente (posiblemente por aquellos sobrinos que llegaron antes).
Esta es la realidad. Existe una separación entre los que no tienen estudios pero sí experiencia laboral, y los que no tienen experiencia laboral pero sí estudios, y más que estudios, títulos/certificaciones/créditos... Dedicaré una entrada para centrarme de lleno en este tema más adelante.
Por desgracia, hay mucha gente que no ha sabido encontrar su vocación cuando era joven y estudiaba todavía en educación primaria o secundaria, quizás porque las asignaturas que tenía no le interesaban o le parecían aburridas. Otros, más allá de las asignaturas y sus contenidos, tampoco irían a gusto a clase o "se la pelarían", posiblemente porque los profesores les cayeran mal, pasaran de ellos, etc. En definitiva, muy poca gente puede encontrar aquello a lo que realmente quiere dedicarse toda su vida. Y en gran parte, se debe al ambiente educativo en el que ha vivido desde que era un niño.
El año pasado tuve la oportunidad de leer un artículo sobre la Neuropsicología en la escuela, de J. A. Portellano Pérez, el cual me dejó bastante sorprendido. El autor plantea la necesidad de modificar la dinámica educativa en función de una educación cerebral más armónica, que preste mayor atención a las funciones del hemisferio derecho. Parece ser que varios estudios han demostrado que existe una hipertrofia de la funcionalidad del hemisferio izquierdo frente a una atrofia en las posibilidades de estimulación que nos brinda el hemisferio derecho. Esta situación debe superarse! Una alternativa interesante sería cambiar los aspectos estructurales del sistema de enseñanza, potenciando las disciplinas plásticas, creativas y de expresión lúdica, deportiva y motriz. La distribución horaria de la carga lectiva debería transformarse de forma que el HI y el HD tuvieran una cabida armónica en los programas docentes de la escolaridad básica. Los actuales criterios de orientación escolar tendrían que tener en cuenta las diferencias funcionales hemisféricas de cada alumno, para explotar y conseguir la máxima estimulación de su capacidad de aprendizaje.
¿Cuántas veces he salido de clase tras un duro día de 7 horas con la cabeza saturada? Muchas, demasiadas. Para que luego de esas 7 horas sólo aproveche un par. El resto se resume en cifras, fórmulas complejas, palabras sin sentido, largos textos aburridos... ¿Eso es educar? Seguro? Lo dudo mucho!
Ojalá que toda esa gente que hoy día se siente frustrada con sus trabajos hubiese tenido la oportunidad de disfrutar de una educación más íntegra, de encontrar qué es aquello que le gusta o le hace sentir competente, en definitiva, su vocación. Cuánto falta de eso en este país! Luego te plantas en segundo de bachillerato y te preguntan qué quieres ser en la vida. Y estoy seguro de que por lo menos el 60% de los estudiantes aún no lo saben a esas alturas.
Para terminar con todo este royo, opino que, como podemos ver, ya hemos dedicado (tanto desde la asignatura de Educación del movimiento como desde la cabecita de cada uno en particular) mucho tiempo a reflexionar sobre la educación y todo lo que la rodea, y sin embargo sólo obtenemos dilemas y más dilemas. La verdad es que es un tema muy complicado, del que se puede discutir sobre mil aspectos sin llegar a un final, pero a veces, ya no con el objetivo de que todo el sistema tuviese que cambiar radicalmente porque pueda estar mejor o peor, no está de más que cada cual se haga preguntas e intente conseguir soluciones a las mismas. Yo cada vez tengo las cosas menos claras, lo veo todo muy difuso y difícil de concretar, y me acabo enroyando hablando y criticando sobre cien cosas a la vez, no lo puedo evitar!
Pero lo que sí me alivia en parte es el hecho de verme yo involucrado e influido por ese grupo tan interesante de disciplinas plásticas, creativas y de expresión lúdica, deportiva y motriz que tanto bien hacen en el cerebro humano; ya sea desde el punto de vista de la persona, el alumno o el futuro profesor que quizás sea algún día.