Ayer en clase hicimos el control de lectura (o mejor dicho, de NO lectura) del libro Mal de escuela.
Independientemente de que hayamos aprobado o suspendido, a cada uno le habrá supuesto cosas muy diferentes la lectura del mismo. En mi caso, la verdad es que me ha costado bastante leérmelo, se me hacía muy pesado a veces, pienso que será por la falta de un hilo conductor de principio a fin, ya que el autor encadena escenas muy concretas y aisladas respecto al contenido.
En un principio, pensaba que Mal de escuela no me había supuesto nada nuevo sobre la educación y el mundo de los "zoquetes". Sin embargo, profundizando sobre ello, pude establecer un paralelismo entre su contenido y mi vida personal. Tengo un hermano pequeño que está ahora en 3º de la ESO ya, el que siempre ha sido "el malo" de los dos.
Cuando digo malo, me refiero a que, por unas circunstancias determinadas, siempre ha causado más "problemas" que yo. En realidad, las travesuras propias de los niños cuando son pequeños son algo muy normal, pero ya se empieza a convertir en un "problema" cuando en las hojas de seguimiento del alumno con tan solo 5 años pone: "se distrae continuamente", "no presta atención al maestro", "hace lo que le apetece", etc. Ya desde pequeñito se veía que no iba a despuntar en el cole. En los deportes no hay queja, los practica todos (un crack del tenis), y los sigue todos (dedicando varias horas al día analizando en detalle el teletexto con toda la información deportiva actualizada y dándole la tabarra a su hermano mayor nada más llega de la universidad). Pero cuando debe enfrentarse a una tarde de estudio de física y química no todo es tan fácil.
Hasta aquí no he dicho nada del otro mundo, hay niños que valen para unas cosas y otros que valen para otras, muy simple. Pero en cuanto esos niños no valen para estudiar, pueden caer bajo la denominación de "zoquetes". Y el problema comienza aquí. A mi hermano siempre le ha costado ponerse a estudiar o hacer los deberes y entenderlos, y yo siempre que he podido le he ayudado. Pero pensándolo bien, ¿cuántas veces le he dicho: "es que hay que ser burro para no entender eso!" o "eso lo pilla hasta un niño de infantil" o "como sigas así no vas a ser nadie en la vida"..?
La verdad es que cuando a un niño le cuesta y encima se le echan en cara sus dificultades, sólo se está contribuyendo a que cada vez sea más difícil su evolución en la materia. Una cosa es la autoridad, yo eso no lo critico, no es malo que se te ponga delante un tío grande con cara de cabreo y con un vozarrón que tira para atrás. Pero otra cosa muy diferente es saber adaptarse a las necesidades de cada alumno, e intentar que, más allá de sus grandes o escasos progresos, se le haga ver que lo está haciendo bien y por ello, está obteniendo recompensas.
Por eso, a mí me habría gustado tener más paciencia con mi hermano cuando éramos más pequeños (y aún hoy, por desgracia) como primer profesor que soy para él cuando estamos en casa; pues me estoy dando cuenta de la gran importancia que tiene no "crear zoquetes" sino "rescatarlos"; porque realmente puede ser muy duro para un niño ser uno de ellos por la gran cantidad de consecuencias negativas que puede conllevar (de las cuales el libro nos refleja muchas), llegando a causar graves trastornos como la depresión, por no hablar de los conflictos sociales en los que puede verse inmerso (marginación, agresividad, drogas...).